“Estoy en una situación desgastante, no me siento bien, no duermo bien, no como bien, finjo estar bien en mi trabajo y a medida que puedo trato de poner una cara de amable, aunque por dentro esté deseando ni siquiera hablarle a nadie, llevo más de la mitad de mi vida así, siento que ya estoy al límite, quizá un día colapse”
No tendría por qué ser así le respondí, el hecho de que estés aquí ya es el inicio al cambio.
Si, si, ese es uno de mis deseos y las otras son:
“Que mi esposa, mis hijos, mi madre, y mí gerente cambien”
Miremos en ti….
Regresó a la segunda sesión diciendo:
“No lo hice, no lo pude hacer, dije que lo haría, no sé que me pasa, en verdad quiero, solo que algo pasa y vuelvo a lo mismo”
Le pregunté ¿cuáles son los beneficios ocultos?
¿Cómo? No entiendo, contestó.
Analizamos qué dejaría de suceder si se atreviera al cambio.
“Dirían que soy egoísta y no lo soportaría”
¿Entonces tu deseo es?
“Que sean buenos conmigo como yo lo soy con ellos”
¿Cuál es el precio que pagas por un deseo?
Siddharta gautama (buda) dijo:
El mundo está lleno de sufrimiento.
La raíz del sufrir es el deseo.
La meta está en el futuro, revisa si tu deseo te está llevando a caminos innecesarios de sufrimiento.